Instituto de Bioética

Jérôme Lejeune

Pbro. Lic. Alberto Bochatey“Es la ética racional, que a partir de un dato médico, científico, técnico, analiza la licitud de intervención de la persona sobre la persona”.

De esta manera define esta disciplina el Director del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Católica Argentina, el Pbro. Lic. Alberto Bochatey, en entrevista exclusiva con el equipo de redacción de “Universidad Hoy”.

La bioética es una de las disciplinas más nuevas que existe en el ámbito científico posmoderno, que nace en los años 70, cuando el oncólogo y humanista norteamericano Van Rensselaer Potter; escribe primero un artículo, y luego un libro que titula “Bioética, un puente hacia el futuro”. Dando a la ética un campo de aplicación específico.
La misma fue ensayando diferentes definiciones, “la que nosotros utilizamos actualmente es la que tiene una perspectiva más humanista, ya que el punto de referencia esencial es la persona humana y su capacidad de trascendencia. Trascendencia horizontal y trascendencia vertical, es esa capacidad que tenemos de comunicación, de respuesta a Dios”, expresó Bochatey.
Debido a que es una ética de los temas de la vida, la ciencia y la atención de la salud, se trató de definirla en diferentes campos, o áreas de aplicación.
El Pbro. Bochatey mencionó que a partir de un acuerdo internacional se determinaron cuatro grandes campos para definir a la bioética: Primero, el campo clínico, que sería la atención de salud, relación médico-paciente, consentimiento informado, etc. Un segundo campo, el de la investigación y experimentación que trata del protocolo de investigación sobre humanos, sobre genes, sobre células estaminales, y la investigación posterior. Aquí hay mucha atención, porque todos estos protocolos tienen un marco ético, y deben estar aprobados por un comité de bioética. Una tercer área, muy importante en estos últimos tiempos, es la de políticas sanitarias, lo que se puede llamar una macrobioética. En este campo la OPS (Organización Panamericana de la Salud), y la OMS (Organización Mundial de la Salud), podrían tratar temas como por ejemplo: la anticoncepción en América Latina, cuáles son las normativas, políticas poblacionales, cómo trabajar o no temas infecciosos en los continentes, porqué la salud no la maneja sólo el ministerio de salud de un país, etc. Y el cuarto campo es el de ecología y medio ambiente, que refiere a cuestiones esenciales que van a implicar la salud de todos los hombres: el agua, el calentamiento global, el aire, etc.
Al dialogar acerca de los grandes desafíos que tiene esta disciplina, el Director destacó como el principal; “tratar de comprender en la mente social por qué no nos entendemos”. Como ejemplo mencionó al aborto diciendo; “cuando se hace el debate sobre este tema, uno escucha los argumentos que sostienen las personas que están a favor, planteando el derecho de la mujer, el derecho a decidir, el derecho sobre el cuerpo, etc. Cuando hablamos los que estamos en contra del aborto planteamos el valor fundamental de la vida, la defensa de la vida física, el niño no nacido, el más marginado, débil y frágil. Unos hablan de derechos de la mujer nacida y otros hablamos de los derechos a la vida. Son dos temas, son dos niveles, y entonces, obviamente no nos encontramos”. Agregó además que a esta cuestión hay que sumarle, “la problemática ideológica y política de este tiempo que en América Latina y el Caribe está muy fuerte y muy radicalizada. Toda esta modalidad de confrontación social sin debate, como estamos viendo en tantos temas no sólo en política o economía. Sin embargo nosotros, desde una perspectiva más democrática, más pluralista, más cívica de los ciudadanos, hablamos del diálogo, del debate y de la compresión. Los grandes temas sociales, como los bioéticos, no se resuelven en una charla de café, pasan procesos, a veces hasta de años”, explicó Bochatey.
Por otra parte, y teniendo en cuenta que este año se desarrolla el Congreso Internacional de Bioética “Junto al enfermo al final de la vida”, se lo consultó sobre el porqué de la elección de este tema; “es uno de los temas humanos más difíciles que tenemos hoy en medicina. El 80% de los gastos en salud de una persona se realizan los últimos tres meses de vida. Entonces, cuando la medicina perdió la dimensión humanista de la relación, de la alianza y el pacto entre el médico y el paciente, y pasó a ser un contrato entre el prestador de salud y el cliente, el factor económico, el factor utilitario, empieza a tomar valoraciones muy elevadas. Hay que ver la valoración real de lo que son los métodos proporcionados, desproporcionados, evitar la eutanasia, evitar el ensañamiento terapéutico, evaluar al paciente de manera objetiva y ética, para darle lo que realmente necesita y no producirle en ningún caso la muerte”. Por otra parte, explicó el porqué del tema, mencionando que la Pontificia Academia para la Vida, en Roma, este año 2008 trató este tema en la asamblea general. El Instituto de Bioética de la UCA y de la UCSF, hace varios años tienen el interés de replicar, de hacer conocer y de traer a la Argentina el laboratorio científico más importante en estos temas, y a los oradores que intervinieron en ese acontecimiento.
Centrándonos en el tema y dialogando acerca de casos de pacientes terminales, Bochatey se refirió a las situaciones donde el enfermo desea la muerte, explicando cómo se debe actuar en tales casos; “es una experiencia que comprobamos frecuentemente en el acompañamiento del enfermo terminal. Lo que hay que hacer primeramente es despejar las dudas patológicas que puede haber, muchas veces el paciente desea morir porque entra en un estado de depresión, de rechazo, de negación de la situación que le toca vivir, como una especie de evasión; habrá que darle todo el soporte clínico, médico, psíquico, todo lo que pueda necesitar para ver si puede salir de ese estado y tener una perspectiva más positiva y no autodestructiva. La tendencia a la autodestrucción no es una tendencia sana en la persona humana, incluso en la persona muriente. Por otro lado tiene que sentirse muy bien acompañado y muy seguro de que su equipo médico lo ama y lo cuida. Si el paciente se siente solo, abandonado, marginado del sistema de salud, entra en una desesperación, “me estoy muriendo y me están abandonando”. Del mismo modo, se debe dar apoyo a las familias, necesitan a veces reparo, asistencia externa, porque nadie puede cargar solo en sus espaldas con toda la complejidad de un enfermo muriente.” Agregó además que el estado debería incluir en sus planes de salud, el apoyo a la familia, el apoyo a técnicas de asistencia domiciliaria verdaderamente eficientes.
¿Se puede hablar de muerte digna, en pacientes terminales? A esta pregunta Bochatey respondió que toda muerte es digna, “la muerte de toda persona es el fin de una etapa terrenal de la persona. Para aquel que no cree en la resurrección de los muertos, en la vida eterna, es el final definitivo de esa persona. Los que tenemos la gracia de vivir y de saber por la fe y por el amor de Dios hacia nosotros, de la dimensión trascendente del dormirse en esta vida para seguir a la vida eterna, también es trascendente porque mi muerte va a ser mi encuentro con Dios, mi fin del mundo personal. Y eso siempre es digno. Lo que no es digno es como se provoca mi muerte.”
Concluyendo expresó que en el campo médico, una muerte digna puede ser una muerte sin dolor, sin sufrimiento, sin desfiguración, sin separación del ambiente familiar, y agregó que la Iglesia Católica y la bioética personalista están plenamente de acuerdo en que esos elementos tienen que estar presentes, lo que no puede estar presente es una acción o una omisión que provoque la muerte porque no es digno en relación a la mayor dignidad que tiene la persona, que es el valor de su vida humana, como un don.

*Departamento de Comunicación Institucional. U.C.S.F.