Instituto de Bioética

Jérôme Lejeune

Centro de Salud Corrales El Dr. Héctor Padrón, docente y miembro del Instituto de Bioética “Jérôme Lejeune” de la Universidad Católica de Santa Fe, disertó sobre el tema: “Curación y Compromiso” en el centro de salud “Corrales” de la Ciudad de Paraná. La charla se realizó el pasado viernes 03 de Octubre y estuvo dirigida al personal sanitario de dicha Institución.

En esta oportunidad, alrededor de 16 enfermeras se congregaron en un salón del centro de salud, a fin de compartir, dialogar y reflexionar sobre su quehacer cotidiano en el campo de la salud y, más concretamente, sobre las vicisitudes que esta gran tarea conlleva en la relación personal con el ser humano que sufre. También estuvieron presentes el coordinador y el director del Centro.

En un primer momento, el Dr. Padrón remarcó la actitud de apertura y cercanía de la Universidad para con la Institución, que es su misión y responsabilidad, favoreciendo la integración que posibilita el encuentro, abre al diálogo y hace posible la reflexión en torno a algunos aspectos de los problemas y dificultades que acaecen en el ámbito de la salud y, más concretamente, en el centro de salud “Corrales”.

En un segundo momento, el especialista se abocó al tratamiento del concepto de Persona Humana, de forma concreta y sencilla pero no por ello menos profunda, con sus características y sus particularidades. Respecto de la misma y en relación con la tarea propia del personal de salud, afirmó: “no existen las enfermedades, existen las personas humanas enfermas”; de esta manera exhortó a considerar al sujeto como persona sufriente que se siente herido, que es único y experimenta su sufrimiento en su singularidad y unicidad personal: “la enfermedad no afecta nunca una de las partes de la persona sino su totalidad íntegra”.

Insistió en que hay que volver a la persona humana concreta, más aún en la actualidad donde el desarrollo de la aparatología médica, la extrema especialización médica y técnica -que sirven a los fines del diagnóstico diferencial- pero acarrean algunas veces, una “cosificación y nulificación” de la persona enferma. “El acto médico posee, ciertamente, una componente científico-experimental, clínica y en ocasiones, marcadamente tecnológica, pero ninguna de estas aproximaciones puede oscurecer o aun –peor- substituir la aproximación antropológico-médica centrada en la realidad, la dignidad y el respeto por la persona humana a la que todos estos saberes sirven” afirmó.
Se refirió a la tarea que realizan las enfermeras y enfermeros, que “son los que tienen un contacto directo y continuo con los pacientes y que en favor de su experiencia han aprendido y saben discernir prácticamente cómo y por qué cada paciente vive su enfermedad de un modo intransferiblemente propio y único, justamente, por ser persona...”.

También dio cuenta de las notas esenciales de la persona humana: “la identidad tiene que ver con la persistencia de la misma persona en el tiempo. La identidad no niega la biografía y sus desarrollos diversos según las distintas circunstancias, simplemente la sostiene como aquello que en la biografía no varía. El yo que permite ser reconocido a través de todos sus cambios. La integridad está dada por la presencia de todos los elementos que componen la persona y, sobre todo, el cuerpo. El cuerpo humano con el que se enfrenta la medicina personalista no es un simple objeto o una cosa entre las demás cosas, sino una parte que integra la persona humana con derecho pleno. De todos modos en cuanto cuerpo, es susceptible de ser tratado científicamente aunque no sólo científicamente. Otro rasgo de la realidad de la persona es su autonomía que procede de su razón que se autoconoce y conoce la verdad, y su de su libertad que autodetermina para el bien (...). Otra nota característica de la persona es su relacionalidad: el hombre no puede ser como aislado sino como un ser abierto estructuralmente a la actividad de compartir.
La tercera propiedad de la persona es la de la autotrascendencia. El hombre descubre que no le basta ser sino que debe tender indefinidamente hacia lo que es, a fin de ser más en el orden de su perfección...”,

En cuanto al momento que atraviesa la ciencia médica precisó: “la crisis de la Medicina no es económica aunque sea cierto que los recursos económicos para la salud no siempre son racionales –ni siquiera decimos suficientes-, no es tampoco política, aunque las llamadas políticas de salud pueden ser confusas, contradictorias y por lo mismo inaceptables, sobre todo no es tecnológica, cualquiera sean las posibles carencias puntuales en determinados lugares de aparatos para la atención de la salud. La crisis de la medicina aparece en el extravío no de la persona humana sino de su significado concreto y viviente en cada caso. En efecto, una de las cuestiones de la Bioética actual es quiénes son –y por cuáles razones- los que van a quedar fuera del concepto de persona humana y de la obligación grave de su tutela desde el nacimiento hasta la muerte, pasando por las formas más diversas y graves de sus enfermedades y situaciones críticas. Esto es así –en parte- porque nuestro presente no posee –más allá de las declaraciones de las cumbres internacionales- una cultura viviente de la persona. Peor aún, el concepto de persona se halla en una crisis de fundamento...”.

El expositor concluyó la charla afirmando: “la medicina es una actividad científico-técnica, ética y humanística. Esto implica evaluar adecuadamente las circunstancias del paciente en su historicidad concreta, su familia, su educación, su cultura, sus medios económicos, su idiosincrasia, su psiquismo, su religiosidad e interactuar con esta persona así contextualizada a fin de prestarle ayuda médica. Los médicos deberán aprender a aceptar y responder a demandas de sus pacientes que no son exclusivamente médicas sino, ante todo, humanas. Cada persona es única, propia, irremplazable, y esto vale especialmente para la circunstancia de estar enfermo. La salud de la persona enferma es un bien, que concierne a la actividad de dos personas: el paciente y su médico tratante".